Es 2025 y si quieres ver todo el fútbol de LaLiga y la Champions League en España
no tienes muchas opciones. Más bien dos: o contratas el plan de Movistar (a partir de 115 euros) o el de Orange (a partir de 81). No hay otra forma, y los usuarios de otras operadoras pueden como mucho ver parte de la jornada, pero nunca toda.
Es algo sorprendente, sobre todo cuando en 2025 ese problema está resuelto en la mayoría de escenarios. La cruzada de LaLiga contra las IPTVs ilegales está teniendo unos
efectos colaterales enormes. Afecta a
Cloudflare y a otros proveedores de CDN como
Vercel, pero sobre todo afecta a empresas y usuarios legítimos.
Las primeras están teniendo
importantes daños económicos y también reputacionales. Los segundos son el otro (eterno) bando perdedor: sin tener culpa de nada, se encuentran con que
no pueden acceder a miles de sitios web por la sencilla razón de que mientras hay fútbol, el bloqueo de IPs no discrimina.
Hay formas de reclamar, pero de momento no están sirviendo para detener este descalabro internáutico.
Lo curioso es que Netflix y Spotify ya les enseñaron a las industrias del cine y la música una lección importante. Si quieres luchar contra las descargas ilegales, lo mejor que puedes hacer es ofrecer un servicio accesible, cómodo y con un precio razonable.
En LaLiga cumplen dos de esas tres condiciones. Falta la tercera.