Los aranceles
amenazaban tormenta, y vaya si la ha habido. Cuando Trump los anunció hace unos días comenzamos a vivir una alocada semana con
una primera debacle de las Big Tech. No sería la única, porque lo que ha detonado el presidente de Trump es, parece,
el fin de la era de la globalización y la transición a un
mundo fragmentado.
Este peligroso juego ha provocado una verdadera montaña rusa en las bolsas de todo el mundo. La
guerra comercial con China ya no era solo con China —
malísimas noticias para Apple y, en parte,
para Tesla—, sino con todo el mundo. Los "aranceles recíprocos" hacían que cada uno recibiese su particular castigo. Aquí los países asiáticos se llevaban lo peor:
Taiwán y
sus chips por un lado, India y
sus iPhone por otro. Y entonces a Tim Cook se le ocurrió
fletar aviones con
600 toneladas de móviles con la manzanita para mitigar el potencial golpe de los aranceles.
Había
para todos, pero la peor parada era Apple, que
no tiene salida fácil. La firma de Cupertino era el perfecto ejemplo del efecto colateral que todos esperamos:
todo será más caro,
incluido el iPhone. Y no hablamos solo de productos físicos: tus suscripciones a Netflix, a Office 365
y a ChatGPT también
se verán afectadas si todo sigue así.
China, por supuesto, contraatacó. Lo hizo atacando donde duele,
con las tierras raras y metales
con nombres feísimos. El toma y daca no paraba, y Trump decidió ir más allá. Oficializó un arancel
absolutamente colosal del 104% a China que provocó —cómo no— más caídas terribles en bolsa y la
contrarréplica china después.
Los aranceles han sido criticados por todos lados. Hasta Musk, "copresidente de los EEUU", pedía
aranceles cero y soltaba
improperios contra sus impulsores. Y mientras tanto, nuevas
debacles históricas en bolsa. Las reacciones en la Unión Europea han sido
moderadas, y cuando la cosa se ponía
cada vez peor Trump nos perdonaba la vida —él o
ese fantasma llamado Ron Vara— y declaraba una
tregua unilateral con una sola excepción: China. Bienvenidos
al desacoplamiento.
Vienen curvas, queridos lectores. Que no nos pase nada.