En 2030 apenas sacaremos el móvil del bolsillo. Y no lo sacaremos porque
lo haremos casi todo desde las gafas conectadas. La predicción no es mía, sino de Mark Zuckerberg, CEO de Meta, pero, ¿sabéis qué? Que estoy de acuerdo. La suya es por supuesto una predicción interesada: si se cumple, Meta será un absoluto referente en el mercado. Va por buen camino, desde luego.
Lo ha demostrado esta semana con la presentación de la
segunda generación de las Ray-Ban Meta, a las que se han sumado su variante deportiva, las
Oakley Meta Vanguard. Ambas son gafas conectadas "básicas": ofrecen interacción por voz y cámaras para fotos y vídeo, pero más allá de eso, las opciones son limitadas.
Y ahí es justo donde Meta acaba de dar un puñetazo en la mesa, porque sus nuevas
Meta Ray-Ban Display (el nombrecito se las trae) plantean un salto de calidad notable. En este modelo contamos con una pantalla proyectada en la lente derecha, y además se usa una pulsera EGM que permite controlar todo tipo de opciones mediante pequeños gestos con la mano, incluso aunque ésta no esté a la vista.
El resultado: unas gafas mucho más versátiles que aprovechan esa pantalla integrada
que solo tú ves de formas útiles y sorprendentes. Esa interacción por gestos es igualmente llamativa, y la integración de Meta AI es, como en sus hermanas pequeñas, la guinda del pastel. Quizás esa guinda sea un problema, claro: la IA de Meta no es de momento la más destacable, pero todo puede cambiar.
Este lanzamiento anima definitivamente un mercado que parece preparado para explotar. En China lo saben bien, y allí hay
grandes fabricantes y otros muy poco conocidos que están planteando
gafas conectadas realmente espectaculares. Poco a poco
todas las grandes tecnológicas parecen querer
un pedazo de ese pastel, y si la cosa cuaja —como parece— es probable que dentro de poco pase algo sorprendente.
Que uses gafas, pero no porque las necesites, sino porque con ellas tienes superpoderes.