Europa ha cedido. El viejo continente había disfrutado durante muchos años de una ventajosa relación comercial con EEUU, pero eso se acabó. La presión arancelaria de Donald Trump ha acabado haciendo efecto, y la Unión Europea ha firmado un acuerdo en el que
casi todo son malas noticias.
Para empezar, una cifra: 15%. Ese será el impuesto a las exportaciones europeas que se aplicará en EEUU, algo que nos hace menos competitivos y que empeora de forma notable la situación anterior, en la que se rondaba una tasa arancelaria del 2,2%. Aquí los eurogobernantes tratan de que veamos la otra cara de la moneda:
EEUU amenazaba con un arancel del 30%, lo que hubiera sido aún peor.
Pero es que además la Unión Europea deberá comprar 640.000 millones de euros en energía a EEUU en los próximos tres años, y hará también una inversión de cientos de millones de dólares —aun sin especificar— en ámbitos como el armamento. Lo curioso es que
ni Europa tiene el dinero ni EEUU la energía.
El viejo continente tenía una baza para equilibar la balanza
en ámbitos como los servicios digitales, que compensaban el déficit comercial de EEUU, pero ni siquiera eso parece haber servido de mucho. Las críticas al acuerdo han sido notables, y la única buena noticia de haberlo firmado es que
se acaba en gran medida la incertidumbre de una situación incómoda y muy delicada.
¿Cuál será el impacto para España? A nivel tecnológico, a priori reducido. La cosa sí es preocupante para otros sectores de la economía española,
como sucede con el ajo y también
con el vino y el aceite de oliva, productos que nos va a costar más exportar y que estaban amenazados desde que el presidente estadounidense
empezara a atacar con sus aranceles a todos los países del planeta.