Imagina que un pequeño rascacielos de 70 metros cayera del cielo. Imagina que antes de que se estrelle quisieras atraparlo con dos gigantescos brazos para evitar que acabase destruido. Parece imposible, pero no lo es. Es justo lo que ha conseguido SpaceX, que hace unos días recuperó el cohete Super Heavy de la nave Starship tras su quinto vuelo de pruebas.
La compañía tenía confianza en lograrlo: en el anterior vuelo de prueba logró que el Super Heavy aterrizara en el punto deseado
con una precisión de medio centímetro. El éxito conseguido con el Super Heavy se une al propio aterrizaje de la Starship
justo donde se supone que tenía que aterrizar.
Es un logro sencillamente cósmico. Uno que no solo confirma que SpaceX está por delante de toda la industria: también demuestra que
hoy por hoy no tienen rival. El hito técnico es colosal, y pone a la humanidad un paso más cerca de una nueva era de exploración espacial. Una en la que la visión de Elon Musk —acabar estableciendo
una colonia humana en Marte— ya no parece un dislate.
El camino hasta aquí ha sido largo y
lleno de tropezones y
logros épicos, pero lo logrado por Elon Musk y todo la plantilla de SpaceX nos recuerda aquella otra etapa mágica de la carrera espacial en la que el hombre acabó pisando la Luna.
Qué. Absoluta. Locura.