Microsoft lleva más de dos décadas
peleándose con la Unión Europea. En 2004 la Comisión Europa le puso una multa de 500 euros por la inclusión forzosa de Windows Media Player, y cinco años más tarde
volverían a tener problemas (y a recibir nuevas multas)
por integrar Internet Explorer en Windows.
Todo valía, multas y juicios incluidos, con tal de mantener su posición dominante en el mercado. Cualquiera diría que la firma aprendió la lección, pero en los últimos años hemos visto como Microsoft ha vuelto a las andadas.
Esta vez lo ha hecho con Teams, su aplicación de videoconferencia. La empresa comenzó a integrarla de serie en su sistema operativo, y eso no gustó a los reguladores europeos.
Comenzaron a investigarla en verano de 202 y ya tienen una posición preliminar: una que
pinta mal para Microsoft.
Esta nueva investigación antimonopolio puede acabar provocando que Microsoft reciba una multa de hasta el 10% de sus ingresos anuales a nivel global, pero además confirma esa recuperada ambición de la empresa por impusar sus propios productos y servicios.
Lo hizo con Media Player, Internet Explorer y ahora con Teams, pero es que además ahora intenta forzar a usar cuentas de Microsoft para instalar Windows 11 y además activa por defecto su servicio OneDrive sin preguntar antes a los usuarios.
Las críticas no han tardado en llegar y nos han recordado que quizás aquella Microsoft liderada por Bill Gates no haya cambiado tanto.