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Esta arquitecta te explica por qué los centros de datos pueden ser tu calefacción del futuro
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ASÍ SE REUTILIZA SU SOBRECALENTAMIENTO

Esta arquitecta te explica por qué los centros de datos pueden ser tu calefacción del futuro

Uno de los grandes problemas de los centros de datos es su propio sobrecalentamiento. Cada vez hay más proyectos que buscan aprovechar ese calor extra para aportar calefacción a edificios, piscinas climatizadas o invernaderos

Foto: La arquitecta Marina Otero. (Boudewijn Bollman)
La arquitecta Marina Otero. (Boudewijn Bollman)

Los centros de datos también pueden convertirse en tu calefacción. Estas infraestructuras, necesarias para que puedas acceder a cualquier servicio en internet, cada vez reciben un cuestionamiento mayor por la ingente cantidad de recursos energéticos que absorben. Por si fuera poco, la carrera de la inteligencia artificial ha disparado aún más su demanda de la red eléctrica. Todo lo anterior se traduce, además, en un sobrecalentamiento de estas instalaciones. Por eso, cada vez florecen más iniciativas que tratan de aprovechar ese excedente para usos tan dispares como climatizar hogares, piscinas o invernaderos.

"Cada vez hay un mayor escrutinio sobre este tipo de actividades", explica Marina Otero, arquitecta e investigadora Wheelwright fellow de la Universidad de Harvard, que lleva años investigando sobre este modelo. Básicamente, el modelo consiste en recoger todo el calor que generan los centros de datos y, a través de una serie de conductos —en los que es habitual aportar un extra de calentamiento—, conducirlo a una determinada instalación para aprovechar todo lo que se pueda de él.

Uno de los casos más recientes ha sido el de Reino Unido, donde el Gobierno acaba de hacer una inversión de 41 millones de euros para una iniciativa de este tipo en el oeste de Londres, donde se espera abastecer a cerca de 10.000 domicilios, que podrán mantener temperaturas de entre 20 y 35 grados. Por ahora, no han revelado con qué centros de datos tienen acuerdos, aunque la capital británica ya planea otros cuatro desarrollos similares en los próximos años.

"Los anuncios como el de Londres hay que mirarlos con ojos críticos, porque el calor puede disiparse cuando se lleva a otra localización. En este caso, se lleva primero a una central, donde se añade una energía extra, y ya se lleva al distrito", indica Otero, que también es profesora visitante en la Universidad de Columbia. "La idea es que el uso esté cerca de los centros de datos para que sea eficiente, porque si no, habrá pérdidas de energía u otros gastos por el traslado", agrega.

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En los últimos años, las principales tecnológicas —entre ellas, Amazon, Apple y Microsoft— han lanzado distintos proyectos para aprovechar el calor residual en países como Irlanda, Dinamarca o Finlandia, por citar algunos ejemplos. Equinix, un peso pesado de los centros de datos, anunciaba hace unos meses un plan para abastecer cerca de 1.000 edificios en Alemania de aquí a dos años. Según un estudio de ReUseHeat, proyecto financiado por la Unión Europea, estas infraestructuras podrían aportar hasta un 3% de la energía consumida por los hogares en los países comunitarios.

De hecho, las instituciones europeas están incentivando cada vez más estos proyectos. Si te lo estás preguntando, en España no hay por ahora una gran iniciativa de reutilización del calor de los centros de datos. Aun así, la propia Otero ha participado en el diseño de una exposición en la Tabakalera de Donosti, disponible a partir del 24 de noviembre, donde van a aprovechar la energía de las supercomputadoras para hacer florecer un árbol antes de tiempo.

"Aquí todavía se habla como un beneficio que las tecnológicas traigan sus centros de datos, cosa que en Holanda, Chile o Singapur no ocurre, porque hay muchísima presión de las comunidades locales sobre las implicaciones ecológicas. No es algo que haya llevado a que el Gobierno español tome medidas al respecto", cuenta esta arquitecta, que remarca: "Es muy problemático que no se busquen soluciones de este tipo, porque tenemos que estar atentos al consumo de agua que necesitan para la refrigeración".

De calentar tu salón a criar lombrices

Otero destaca los avances de Suecia, uno de los países pioneros en la reutilización del calor. "En el norte, se han instalado muchos centros de datos, ya que necesitan menos energía para tener la temperatura adecuada, gracias al frío exterior", apunta. En cualquier caso, seguía habiendo un exceso de temperaturas, algo que también ayudó a buscar soluciones.

Allí, uno de los centros de investigación más punteros es Rise, que trabaja tanto con la Administración pública como con empresas privadas para desarrollar modelos y prototipos. "El Ayuntamiento de Estocolmo tiene una red energética a la que contribuyen diferentes industrias, incluidos centros de datos. Se utiliza tanto para calefacción de viviendas como para otras infraestructuras urbanas", cuenta. Incluso hay granjas de criptomonedas que están utilizando el exceso de calor para abastecer instalaciones, tal y como ocurre en Boden, un pueblo de poco más de 15.000 habitantes.

placeholder Una granja de criptomonedas da calor a un invernadero en Boden, Suecia. (Marina Otero)
Una granja de criptomonedas da calor a un invernadero en Boden, Suecia. (Marina Otero)

De hecho, la calefacción de un bloque residencial o unas oficinas es solo una parte del uso que se puede dar al calor antes de que se desperdicie. "Ya se está utilizando en invernaderos para hacer crecer lechugas, tomates... o, incluso, en cultivos hidropónicos. También para secar madera que luego se utiliza como biomasa o para calentar el agua de las piscifactorías", enumera esta arquitecta, que tiene un caso de uso favorito: el crecimiento de lombrices.

"En Suecia, las granjas de pollos se alimentaban de soja proveniente del Amazonas, algo que producía deforestación. Entonces, se les ocurrió utilizar el calor de los centros de datos para hacer crecer lombrices que luego podrían ser alimento de estas granjas de pollos. Es un modelo circular en la región que evita que haya que importar comida", relata Otero, que bromea: "Por lo visto, los pollos están muy contentos con el cambio de dieta".

placeholder El interior del invernadero-granja de criptomonedas. (Marina Otero)
El interior del invernadero-granja de criptomonedas. (Marina Otero)

En Francia, hay otro de los casos más interesantes. Se trata de un radiador-servidor llamado Qalway y que ha desarrollado la empresa Qarnot. Eso sí, supone un modelo de centros de datos muy distinto al imperante, ya que pasa por la descentralización de servidores. "En lugar de pensar en grandes instalaciones que están casi en la periferia, el planteamiento es que haya servidores en las viviendas, algo que pasa por otra forma de gobernanza de los datos", desarrolla Otero.

Bajo este planteamiento, el servicio de radiador-servidor es totalmente gratuito, ya que ahí se alojan datos de terceros; generalmente, de empresas que apuestan por este modelo descentralizado. "Todo parece maravilloso, pero la cuestión es qué pasa en verano. En ese momento, dicen que utiliza menos procesamiento para que haya menos calor, pero hay cierta tensión ahí", indica la arquitecta, que sugiere que podría ser interesante para edificaciones que se quedan sin uso durante el verano, como los centros educativos.

Es una ayuda, no la panacea

"Esto no es jauja. Ningún modelo es perfecto, todo tiene externalidades y complicaciones", avisa Otero, citando algunos de los problemas del modelo, como que un centro de datos rara vez se compromete a hacer una aportación de calor permanente. "Es complicado abastecerse solo de ellos, porque puede haber fluctuaciones en la manera en que operan, y eso te deja sin calefacción de repente", indica esta arquitecta. "Al final, puede convertirse en una forma de incentivar el consumo para el abastecimiento, y esa no es la solución".

También considera que debe haber una reflexión mayor sobre el consumo de estas infraestructuras. Pone sobre la mesa el caso mencionado de la granja de criptomonedas. "No deja de ser algo paradójico. La cantidad de energía que se utiliza en un primer lugar para ese minado de información es ingente. Por mucho que se reutilice, nunca va a compensar el impacto", subraya. "No hay que esperar a estar al máximo de capacidad para remediarlo. Hay que ir a la base y pensar en usar menos energía en procesos computacionales".

Foto: Un superordenador de IA en un centro de datos en California. (Reuters/Cerebras System)

Por ahora, el rumbo de las grandes tecnológicas más bien apunta en la dirección contraria. En Estados Unidos, ya se han lanzado a comprar terrenos en los que colocar sus centros de datos destinados a inteligencia artificial; es decir, los lugares en los que se generará cada petición que le haces a ChatGPT o Bard. Estas herramientas, por cierto, necesitan una capacidad mucho mayor que cualquier otra web que suelas visitar. Además, eso también está disparando la cantidad de contenido disponible en internet.

"La IA está poniendo las infraestructuras al límite. En ese contexto, es fundamental que pensemos en otros modelos y no solo en mitigar los efectos del sistema que hemos producido", sugiere Otero, que concluye: "Debería haber mayor entendimiento de la ecología de los datos para no tratarlos de la misma manera. Estamos acostumbrados a tener toda la información a demasiada resolución y demasiado rápido. También tenemos que pensar en servidores trabajando a menos capacidad".

Los centros de datos también pueden convertirse en tu calefacción. Estas infraestructuras, necesarias para que puedas acceder a cualquier servicio en internet, cada vez reciben un cuestionamiento mayor por la ingente cantidad de recursos energéticos que absorben. Por si fuera poco, la carrera de la inteligencia artificial ha disparado aún más su demanda de la red eléctrica. Todo lo anterior se traduce, además, en un sobrecalentamiento de estas instalaciones. Por eso, cada vez florecen más iniciativas que tratan de aprovechar ese excedente para usos tan dispares como climatizar hogares, piscinas o invernaderos.

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